¿Qué es Tobacco 21?
Tobacco 21, también conocida como T21, es una política pública adoptada en varios países y estados que eleva la edad legal mínima para comprar productos de tabaco y nicotina a los 21 años.
Su objetivo principal es restringir el acceso de los jóvenes a estos productos, con la esperanza de reducir el inicio temprano del consumo y, en consecuencia, disminuir las tasas de adicción a largo plazo.
Esta medida ha sido implementada como parte de estrategias de salud pública enfocadas en la prevención, aunque su efectividad continúa siendo motivo de debate.
¿Están funcionando estas medidas actualmente?
Un nuevo estudio pone en duda la efectividad de las leyes Tobacco 21 (T21) en la reducción del consumo de tabaco entre jóvenes, y plantea preocupaciones sobre las consecuencias no deseadas de las políticas prohibicionistas. Los resultados apuntan a la necesidad de adoptar estrategias de reducción de daño para mejorar los resultados en salud pública.

Una investigación liderada por el economista Erik Nesson, de la Universidad Wake Forest, y publicada en el Journal of Health Economics, reveló una discrepancia importante entre los datos declarados por jóvenes de entre 18 y 20 años y los biomarcadores detectados en sus organismos. Aunque en las encuestas afirman fumar menos, los análisis de biomarcadores muestran rastros persistentes de nicotina y tabaco en sus sistemas.
¿Qué descubrió el estudio?
La investigación utilizó datos de la encuesta continua Population Assessment of Tobacco Use and Health (PATH), que recopila tanto información autodeclarada como pruebas médicas relacionadas con la exposición al tabaco. Según los reportes, desde la implementación de las leyes T21 entre 2016 y 2019, el consumo de cigarrillos y vapeo entre jóvenes de 18 a 20 años habría disminuido.
Sin embargo, al analizar los biomarcadores presentes en muestras de orina, no se observó una reducción significativa de la exposición a la nicotina o al tabaco. Esto sugiere que algunos jóvenes podrían estar ocultando su verdadero consumo, posiblemente debido a las restricciones legales impuestas por la ley T21.
¿Qué implicaciones tiene esto?
Las leyes T21 fueron creadas con el objetivo de limitar el acceso de los jóvenes a productos de tabaco y reducir el riesgo de adicción a largo plazo. No obstante, la persistencia de biomarcadores de nicotina sugiere que estas medidas podrían no estar cumpliendo su propósito de manera efectiva.
Además, el estudio plantea riesgos colaterales: si las opciones de vapeo se vuelven menos accesibles, algunos jóvenes podrían volver a los cigarrillos tradicionales, una alternativa más dañina, para satisfacer su necesidad de nicotina.
La importancia de los datos objetivos:
Nesson advierte que los responsables de políticas públicas deben evaluar tanto los datos autodeclarados como los biomarcadores para tener una visión real del impacto de las leyes T21. Sobreestimar su éxito podría generar una falsa sensación de seguridad y perjudicar los esfuerzos por prevenir la adicción entre los jóvenes.
El estudio concluye que es necesario un enfoque más equilibrado, que contemple la complejidad del uso de tabaco entre jóvenes, y que incluya medidas de apoyo para dejar de fumar, en lugar de depender únicamente de restricciones legales.
Prohibición vs. reducción de daño:
Aunque las restricciones como las leyes T21 tienen una intención clara, han demostrado tener un impacto limitado en la reducción del consumo entre jóvenes. A pesar de haber elevado la edad legal de compra a los 21 años, muchos jóvenes siguen accediendo a cigarrillos y productos de vapeo a través de terceros o canales ilegales.
Esto sugiere que las políticas prohibicionistas podrían estar impulsando el consumo hacia el mercado negro, generando estadísticas inexactas y dificultando el control real del problema. Además, cuando las alternativas legales desaparecen, algunos usuarios podrían volver a opciones más nocivas, como los cigarrillos tradicionales.
La reducción de daño como camino más efectivo:
Frente a este escenario, las estrategias de reducción de daño aparecen como un enfoque más eficaz para la salud pública. Países como Reino Unido o Suecia han implementado políticas que promueven el uso de vapes, tabaco calentado o snus, con resultados positivos en la disminución de sustancias tóxicas entre fumadores.
Estudios recientes han demostrado que estas alternativas pueden reducir el riesgo en hasta un 95% en comparación con el cigarrillo convencional. En lugar de centrarse solo en prohibir, la clave está en ofrecer alternativas reales y accesibles que acompañen el proceso de dejar de fumar.